La hernia discal es una de las patologías neurológicas más diagnosticadas en medicina veterinaria y la que con mayor frecuencia atiende nuestro servicio de neurocirugía.
Si bien se presentan principalmente en determinadas razas como el Bulldog francés o el Teckel (habitualmente entre los 2 y los 6 años), pueden afectar a perros de cualquier raza, morfología y edad, y aunque con menos frecuencia, también a los gatos.
Los signos clínicos pueden ir desde episodios de dolor lumbar hasta parálisis de las extremidades, siendo en estos casos necesario realizar un diagnóstico y tratamiento quirúrgico urgente, gracias al cual podemos lograr una buena recuperación funcional en la mayoría de los pacientes.
¿Qué son las hernias discales y por qué se producen?
Los discos intervertebrales son una especie de almohadillas formadas por tejido fibrocartilaginoso que se encuentran entre los cuerpos vertebrales, permitiendo su correcta articulación. En algunos pacientes estas estructuras sufren una degeneración como consecuencia de la cual pierden su elasticidad natural, lo que puede desembocar en la salida del disco hacia el canal medular con la consiguiente compresión medular y daño neurológico asociado.
Tipos de hernias discales
Extrusiones discales (Hernias Hansen tipo I)
Se presentan principalmente en perros de razas pequeñas como el Teckel, Bulldog francés, Maltés, Yorkshire Terrier, Schnauzer miniatura o mestizos, habitualmente entre los 2 y los 7 años, aunque pueden diagnosticarse en cualquier raza de perro y edad.
Se caracterizan por presentarse de forma aguda y los síntomas varían en función del grado de compresión medular, pudiendo ir desde el dolor lumbar sin alteraciones de la movilidad en los casos más leves, hasta la paraplejia o tetraplejia en los más graves.
El estado neurológico, junto con el tiempo transcurrido desde la presentación de los síntomas, son los factores que en mayor grado condicionarán el pronóstico.
Protusiones discales (Hernias Hansen tipo II)
Estas hernias son más parecidas a las que podemos sufrir los humanos y a diferencia de las hernias descritas anteriormente, suelen presentarse de manera más lenta y progresiva, afectando fundamentalmente a pacientes de tamaño mediano/grande y edad más avanzada.
Hernias agudas no compresivas
Por último, y aunque menos frecuentes, cabe mencionar las hernias conocidas como “Agudas no compresivas” o “De alta velocidad y bajo volumen”, que se caracterizan por presentarse de forma súbita y habitualmente asociadas a traumatismos o ejercicio intenso.
Síntomas
Los signos clínicos varían en función del grado del daño neurológico provocado por la compresión medular. En los casos más leves los animales pueden manifestar molestias o dolor lumbar sin otras alteraciones, de manera que a menudo solo observamos cambios inespecíficos como decaimiento, pérdida de apetito, pocas ganas de jugar o dificultad para saltar o subirse a los sitios. En estos casos puede resultar complicado deducir que el malestar de nuestro perro se debe a un problema en la columna.
Por el contrario, en los casos más graves los déficits neurológicos son evidentes, pudiendo tratarse de tetra o paraplejia en función de si la lesión se encuentra en la región cervical o lumbar.
En los casos intermedios los pacientes manifiestan debilidad (paresia), incoordinación (ataxia) y dolor de intensidad variable.
Cabe señalar que en general, y debido a diferencias anatómicas, las hernias cervicales suelen ser más dolorosas que las lumbares, y sin embargo los déficits neurológicos que provocan son menos severos.
Diagnóstico
Actualmente el diagnóstico de las hernias discales se realiza principalmente mediante TAC o resonancia magnética, siendo imprescindible llevar a cabo anteriormente una minuciosa exploración neurológica que nos permita localizar la lesión y establecer los diagnósticos diferenciales pertinentes.
Tratamiento
Las hernias discales pueden ser tratadas de forma conservadora o quirúrgica, esta es una decisión clave que debe tomarse en función de varios factores, principalmente la severidad de los síntomas, pero debiendo tener en cuenta también el tiempo transcurrido desde que se manifestó el problema, la edad del paciente o la presencia de otras patologías asociadas.
De esta manera la opción conservadora puede ser una alternativa válida en los pacientes que únicamente presenten dolor o déficits neurológicos leves, mientras que en aquellos que manifiestan alteraciones más severas tales como incoordinación (ataxia), debilidad (paresia) o parálisis, el tratamiento indicado suele ser quirúrgico ya que estadísticamente el pronóstico es mejor, con mayores índices de recuperación funcional, tiempos de recuperación más cortos y menor índice de recaidas. En cualquier caso estas son consideraciones genéricas y la toma de decisiones debe hacerse siempre de manera individualizada.
Es importante señalar que en las hernias de mayor gravedad, aquellas en las que hay una parálisis aguda de las extremidades con pérdida de la sensibilidad profunda, siempre está indicada la descompresión quirúrgica urgente, ya que las posibilidades de recuperación del paciente decrecen drásticamente con el paso de los días.
Las técnicas quirúrgicas más empleadas son la hemilaminectomia dorsolateral y el slot ventral, para tratar las hernias toracolumbares y cervicales respectivamente. Aunque el acceso difiere por motivos anatómicos, el objetivo de ambas técnicas es acceder al canal medular de la manera más directa y segura posible, para proceder a la retirada de la hernia y lograr la descompresión de la médula espinal.
En el caso de que se opte por la opción conservadora, el tratamiento consistirá principalmente en un periodo inicial de reposo estricto, la administración de analgésicos o antiinflamatorios, y la realización de un plan fisioterapia individualizado.
Recuperación
En nuestro hospital, los pacientes suelen permanecer hospitalizados una media de 4 dias para lograr un buen control de la analgesia, administrarles antibióticos por vía intravenosa y asegurarnos que se van a casa correctamente recuperados de la intervención. Además, durante estos días comenzamos a realizar los primeros ejercicios de rehabilitación, la cual se irá adaptando al estado neurológico y las necesidades del paciente a lo largo de las semanas siguientes, siendo las terapias físicas esenciales para lograr una óptima recuperación.
Unai Ibaseta Bejarano.
Responsable del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Veterinario Nacho Menes.