El actual brote infeccioso en personas ocurrido en la provincia China de Wuhan producido por el recién denominado coronavirus Covid-19 ha puesto el foco de atención mundial sobre estos virus y también preocupación por cómo pueden afectar a nuestros perros y gatos.
Los coronavirus existen en la mayoría de las especies animales y son muy específicos de especie. Cada especie tiene su propio coronavirus y en algunos casos más de uno. Son virus que se han adaptado por mutación durante un período de 50000 años o más a prácticamente todas las especies animales, incluidos los humanos. Sólo causan enfermedad en sus nuevas especies y tienden a permanecer en ellas en cualquier forma genética que les permita adaptarse a su hospedador.
Respecto a los gatos, los coronavirus felinos pertenecen al género Alphacoronarivus, tienen una amplia distribución en el ambiente y en las colectividades felinas, gran capacidad de mutación, una variabilidad genética muy alta, gran resistencia en el ambiente pero se inactivan rápidamente con el uso de desinfectantes y mediante limpieza a altas temperaturas.
En el gato producen una infección intestinal transitoria o permanente que puede no llegar a producir signos clínicos o si lo hace ser muy leves, produciendo una diarrea aguda que remite espontáneamente en unos días. No se ha demostrado que en los casos que tienen infección permanente los coronavirus sean responsables de diarrea crónica. También pueden producir infección sistémica sin consecuencias clínicas. La infección se adquiere por contacto con heces contaminadas por el virus o a partir del ambiente.
Los coronavirus felinos sufren continuas mutaciones y variaciones genéticas durante su multiplicación en el intestino. Estas múltiples variantes que van apareciendo pueden infectar diferentes tipos de células. Unos biotipos se van a quedar en el intestino y otros tienen una alta capacidad para entrar desde el intestino a la circulación sistémica e infectar monocitos/macrófagos además de escapar de los mecanismos de defensa del sistema inmunitario y eventualmente hacer que los gatos enfermen y desarrollen la enfermedad conocida como peritonitis infecciosa felina (PIF). El porcentaje de gatos que enferman de PIF en relación al gran número de portadores que hay es bajo y probablemente sea inferior al 10%.
Factores de riesgo
Hay una serie de factores de riesgo que van a determinar que el sistema inmunitario no pueda controlar la infección debida a las variantes mutadas patógenas del coronavirus entérico:
- Edad: la gran mayoría de los gatos enfermos tienen menos de dos años
- Malas condiciones ambientales: nutrición deficiente, hacinamiento.
- Raza: hay una mayor prevalencia en gatos con pedigree comparado con los comunes. También algunas razas como el bengalí, devon rex, birmano, ragdoll, brittish shorthair y abisinio, podrían tener una especial predisposición.
- Estrés.
- Inmunosupresión.
En general, la PIF no es una enfermedad que se contagie de un gato enfermo a otro. Los virus mutantes no se multiplican en el intestino y por lo tanto no se eliminan por las heces y no se diseminan al medio ambiente. El gato enfermo de PIF sigue diseminando coronavirus intestinal en las heces pero no la variante responsable del PIF. De modo muy raro se ha descrito alguna excepción a este modelo ya que se han documentado brotes de PIF en gatos en contacto.
Dos formas de presentación de la PIF
Existen dos formas de presentación de la PIF:
- Forma húmeda: el cuadro inflamatorio va a producir extravasación de un líquido rico en proteínas en la cavidad pleural, produciendo dificultad respiratoria, y/o abdominal pudiendo apreciarse una distensión del abdomen. De modo muy raro se ha descrito la presencia de líquido en articulaciones, pericardio o escroto.
- Forma seca: puede producirse enfermedad renal, hepática, lesiones oculares y/o enfermedad del sistema nervioso central.
El pronóstico es malo ya que a día de hoy no existe un tratamiento que permita curar la enfermedad.
La prevención se fundamenta en el manejo de las colectividades felinas, prevenir los factores de riesgo cuando se pueda y evitar que exista un gran número de gatos portadores, cosa difícil de lleva a la práctica.
No hay pruebas para vincular las infecciones de coronavirus de gatos con las de humanos. Los coronavirus existen en la mayoría de las especies que entran en contacto con los humanos como el perro y el gato. Las personas tenemos nuestros propios tipos genéticamente diferentes de coronavirus. La transferencia de una especie a otra ocurre pero después de una mutación significativa y a lo largo de mucho tiempo. Por lo tanto sería posible que un coronavirus originario de un perro o gato pudiera mutar y causar enfermedad en personas, siendo ya un nuevo virus y no afectando al perro o gato.
Pedro Pablo Mayo Robles
Responsable Servicio Medicina Interna.