La epilepsia es una de las patologías neurológicas más frecuentes en los animales de compañía, llegando a afectar a un 1-2% de perros y gatos. Su principal síntoma son las convulsiones, aunque los signos clínicos son muy variables en función del tipo de epilepsia, pudiendo manifestarse también en forma de temblores, movimientos anómalos, o cambios en el comportamiento.
Dentro de los diversos tipos de epilepsia, la de origen idiopático (también denominada epilepsia genética o de origen desconocido) es la que con más frecuencia se diagnostica en medicina veterinaria. Para alcanzar dicho diagnóstico es necesario realizar un protocolo de pruebas adecuado y metódico que nos permita descartar el resto de patologías que pueden cursas con signos clínicos similares, tales como los tumores cerebrales, meningitis, problemas vasculares o patologías congénitas y metabólicas.
En la mayoría de los casos la epilepsia idiopática es una enfermedad con la cual los pacientes que la padecen conviven a lo largo de toda su vida, siendo función del neurólogo establecer los tratamientos pertinentes para tratar de conseguir un control óptimo de la epilepsia, y consecuentemente, la buena calidad de vida del paciente y de sus propietarios. Para ello es imprescindible abordar cada caso de manera individualizada y emplear los diferentes tratamientos de los que disponemos actualmente, acorde a los protocolos establecidos por el Grupo Internacional de Trabajo de la Epilepsia veterinaria (International Epilepsy Task Force).
Gracias a la formación en neurología, los medios diagnósticos, y las diferentes opciones terapéuticas, en la gran mayoría de los pacientes es posible lograr un control adecuado de la epilepsia, pero para ello, además del correcto abordaje diagnóstico y terapéutico, es necesario un seguimiento cercano del paciente por parte del neurólogo, así como una fluida comunicación entre éste y el propietario del paciente con el fin de optimizar la efectividad del tratamiento minimizando sus posibles efectos secundarios.
¿Qué síntomas pueden indicar que mi animal sufre epilepsia?
La mayoría de crisis epilépticas se presentan de forma repentina y tienen una duración breve, de segundos o escasos minutos, tras los cuales cesan de manera espontánea aunque posteriormente el paciente puede tardar en recuperar la completa normalidad. Sin embargo, los signos clínicos que manifiestan los animales durante las crisis son muy variables, y en función de ello se establece la siguiente clasificación:
–Crisis focales, en las que los síntomas varían según la parte del cerebro en la que se genera el episodio epileptiforme, pudiendo tratarse de:
- Signos motores: Espasmos faciales, parpadeo rítmico, temblores cefálicos o contracciones de un grupo muscular determinado.
- Signos autonómicos: Vómitos, salivación excesiva o dilatación pupilar.
- Alteraciones comportamentales, como nerviosismo, miedo o agresividad.
–Crisis generalizadas. Son aquellas que afectan a ambos hemisferios cerebrales y por lo tanto los síntomas son más evidentes y fáciles de identificar, además de ser las más frecuentes. Generalmente el paciente pierde la consciencia, puede salivar, defecar u orinarse y la convulsión afecta a las cuatro extremidades y el cuello.
¿Por qué se producen las convulsiones?
A nivel etiológico la epilepsia se divide en los siguientes grupos:
–Epilepsia estructural, en la cual es posible detectar una anormalidad en el encéfalo, pudiendo tratarse de un problema vascular, inflamatorio (meningoencefalitis), tumoral o traumático.
–Epilepsia reactiva, siendo la que se manifiesta como consecuencia de una intoxicación o de un problema metabólico subyacente (hipoglucemia por insulinoma, shunt porto-sistémico, etc..) que altera la normal actividad neuronal.
–Epilepsia idiopática. Es aquella en la que no se encuentra una causa y se diagnostica tras haber descartado todas las patologías mencionadas en los 2 apartados anteriores. Habitualmente comienza a manifestarse entre los 6 meses y los 6 años y se sospecha que está causada por factores genéticos, por lo cual es denominada también epilepsia hereditaria. En determinadas razas como el Border collie, Dálmata, Golden retriever, Pastor Alemán o el Labrador, dicha base genética ya ha sido demostrada.
¿Qué pruebas tenemos que hacer si mi animal presenta convulsiones?
Debido a que las crisis epileptiformes pueden ser reflejo de diferentes patologías, es imprescindible realizar un protocolo diagnóstico y metódico para poder definir su causa y establecer el pronóstico y tratamiento adecuado en cada caso. Este protocolo consiste habitualmente en la realización de una analítica sanguínea y urinaria completa, pruebas de imagen tales como TAC o resonancia magnética de cráneo y extracción y análisis del líquido cefalorraquídeo.
¿Cómo se trata la epilepsia?
Es una vez establecido el diagnóstico cuando puede emitirse un pronóstico y pautar el tratamiento idóneo para cada paciente. En el caso de la epilepsia secundaria a patologías como la meningitis o los tumores encefálicos, el neurólogo valorará las diferentes alternativas médicas o quirúrgicas, siendo la cirugía de tumores cerebrales una opción cada vez más frecuente y aplicada con mejores resultados en la neurocirugía veterinaria actual.
En el caso de tratarse de pacientes con epilepsia idiopática, el neurólogo decidirá en función de la frecuencia, intensidad y duración de las crisis, si es conveniente o no prescribir medicación anticonvulsivante y en tal caso el tipo de fármaco y su posología. Actualmente las medicaciones más utilizadas en la epilepsia veterinaria son el fenobarbital, la imepitoina, el bromuro potásico y el levetiracetam, empleándose con menos frecuencia la gabapentina o el ácido valproico. Además del uso de estas medicaciones, cada vez se considera más importante realizar un enfoque terapéutico multimodal de la epilepsia, siendo importante la alimentación, el control de factores predisponentes como el ruido o los cambios de rutinas, y abordar conjuntamente con el etólogo los cambios comportamentales que a menudo acompañan a la epilepsia.
¿Qué hago si le da un ataque epiléptico?
Es fundamental mantener la calma de manera que el animal no perciba nuestra ansiedad, tratando de tranquilizarlo con caricias, buscando su comodidad y evitando que se golpee. Aunque hayamos oído muchas veces que hay intentar sacarle la lengua, esto es innecesario y solo puede valer para incomodarlo o hacer que se la muerda o nos muerda a nosotros.
La aplicación de diazepam rectal es una opción que en determinados casos puede ser de ayuda, aunque generalmente en cuestión de segundos o escasos minutos el ataque habrá remitido espontáneamente, y si no es así, deberemos acudir al veterinario con urgencia para su hospitalización y control del estado epiléptico.
Unai Ibaseta Bejarano.
Responsable del Servicio de Neurología y Neurocirugía del Hospital Veterinario Nacho Menes.